La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una amenaza mundial grave que pone en peligro la prevención y el tratamiento efectivos de una variedad de infecciones cada vez mayor y ciertas prácticas de la medicina moderna, como intervenciones quirúrgicas, tratamientos de quimioterapia, trasplantes, etc.
Es fundamental reconocer la relación que existe entre las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria (IRAS), el uso inadecuado de antibióticos2 y el desarrollo de resistencia.
Las IRAS con frecuencia son causadas por bacterias resistentes. La prevención y detección de estas infecciones en centros asistenciales o de atención primaria en una etapa temprana resulta fundamental para reducir el uso de antibióticos y, por tanto, el riesgo de desarrollar resistencia. Se trata de una actuación esencial para la seguridad tanto de los pacientes como de los profesionales sanitarios.
En una reciente investigación bibliográfica a cargo del Imperial College London se estudió la relación entre la COVID-19 y las coinfecciones bacterianas y se encontró un uso extendido de antibióticos de amplio espectro para pacientes con covid-19 (~72%).
Por otro lado, en pacientes con infecciones bacterianas o fúngicas reales, ese uso era considerablemente más bajo (8%). En ese mismo contexto, la Comisión Europea ha subrayado la importancia de reactivar los planes de control de infecciones en hospitales para eliminar la transmisión de la COVID-19 en centros de asistencia sanitaria y social.
Las tecnologías médicas (productos sanitarios y productos para el diagnóstico in vitro) pueden ayudar a prevenir, diagnosticar y controlar las infecciones, deteniendo la propagación de bacterias resistentes en entornos de asistencia al paciente. La prevención y gestión de IRAS contribuyen al control de la resistencia bacteriana al limitar la transmisión de organismos multirresistentes y, en consecuencia, disminuyen la necesidad de administrar tratamientos antibióticos.